El siguiente artículo tiene como objetivo exponer algunos datos de interés sobre la marcha de puntillas y el entrenamiento para la condición física, dirigido a familias y entrenadores.
La marcha de puntillas se considera normal hasta los 2-3 años. Puede tener origen médico constituyendo un síntoma en patologías neurológicas, neuromuscular o traumatológicas (p. ej. autismo, parálisis cerebral, etc.) con una prevalencia superior al 40%. O, idiopático (2-24%) como consecuencia de otros factores como problemas óseos, complicaciones perinatales, herencia genética (30-70%), etc. No obstante, «se hipotetiza sobre la existencia de un origen común para estas condiciones en el sistema nervioso» (1).
A grandes rasgos y muy superficialmente, la marcha de puntillas limita el rango de movimiento del tobillo y puede provocar dolor, caídas, esguinces, menor rendimiento deportivo, bajos niveles de ejercicio, alteraciones posturales, fascitis plantar, retropié o pie plano (1).
Existen dos opciones de tratamientos, el quirúrgico y el no quirúrgico, en el que se incluye el entrenamiento físico. El primero parece tener las mayores probabilidades de éxito a largo plazo en la adopción de la marcha normal, con pocas complicaciones por la intervención (2). El segundo, solo examinando el entrenamiento físico, tiene la limitación de que la investigación disponible se ha centrado exclusivamente en los estiramientos para tratar de mejorar el rango de movimiento de tobillos obteniéndose solo mejoras medias de 1-2° sin cambios en la tasa de lesiones (3), ni información disponible sobre la corrección de la marcha. Por lo tanto, según los artículos revisados, el tratamiento quirúrgico parece ser muy superior al entrenamiento basado en estiramientos para la corrección de la marcha de puntillas. Sin embargo, personas con marcha de puntillas sin problemas graves derivados de la misma, podrían no necesitar tratamiento quirúrgico.
De este modo y para concluir, los usuarios con marcha de puntillas, pueden entrenar siguiendo recomendaciones generales de ejercicio y rendimiento deportivo, adaptando en aquellos ejercicios de miembros inferiores que fuera necesario para garantizar una ejecución de los ejercicios segura. Por ejemplo, usando cuñas en los talones durante las sentadillas para mantenerlos apoyados y evitar caídas; o, mediante el empleo de máquinas guiadas en algunos ejercicios de miembros inferiores. Al mismo tiempo, se pueden incorporar ejercicios con mayor o menor especificidad del tobillo y su musculatura (gastrocnemios, sóleo, tibiales, peroneos, etc.) como clásicos de extensiones de tobillos con/sin carga adicional, saltos, esprints cortos y/o equilibrios, entre otros (ver figuras 1, 2, 3 y 4). Estos se entrenarían en diferentes rangos de movimiento, con énfasis en el máximo posible; con carácter del esfuerzo bajo y medio y alta seguridad, teniendo en cuenta la tolerancia de los tejidos; buscando mejorar la fuerza y el rango de movimiento.
Figura 1. Extensión de tobillo con resistencia de banda solamente
Figura 2. Extensión de tobillo con masa corporal y carga extra
Figura 3. Salto vertical sin impulso de brazos
Figura 4. Equilibrio en una pierna
(1) Cano-de-la-Cuerda, R., de la Llave-Rincón, A. I., Guerrero-Blázquez, A., Plaza-Manzano, G., & Martín-Casas, P. (2019). Traducción y adaptación transcultural de la Toe Walking Tool: Herramienta para el cribado de la marcha de puntillas. Rev. neurol.(Ed. impr.), 99-108.
(2) Freiman, H. D., Mensah, C., Codrington, J., & Frick, S. L. (2022). Idiopathic Toe-Walking in Children and Adolescents: Diagnosis, Natural History, and Treatment Options. JBJS reviews, 10(2), e21.
(3) Bauer, J. P., Sienko, S., & Davids, J. R. (2022). Idiopathic Toe Walking: An Update on Natural History, Diagnosis, and Treatment. JAAOS-Journal of the American Academy of Orthopaedic Surgeons, 10-5435.
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